Oficina: 661 Chrislea Rd. Unit 1, Vaughan ON. L4L 0C4, Canada | Tel: 416-738-0736

ICABOD

ICABOD “Sin gloria”

1 Samuel 4:1-11

“… Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, y los filisteos acamparon en Afec. Y los filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a cuatro mil hombres”

El contexto con el que inicia esta porción, es cuando Dios se manifiesta a Samuel y le dice del juicio que traerá sobre la casa de Elí y luego añade que Dios volvió a manifestarse al pueblo por medio de la palabra de Samuel.

Lo primero que llama mi atención es que a pesar de que el pueblo llega a entender que Dios está con Samuel y que éste habla de parte de Jehová, lo cual hoy en día se consideraría algo así como un avivamiento, no implica que de aquí en adelante todo será victoria y bendición para el pueblo. Por el contrario, comienza nuestra narración con la derrota del pueblo.

“Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos?” Es interesante notar que los líderes, los ancianos, no atribuyen poder a los filisteos sino que reconocen que su derrota proviene de su relación con Dios; y así lo deja ver la pregunta de por qué es que Dios, no solo no les dio la victoria sino que los hirió, obviamente, usando a los filisteos.

Que lección tan importante. El liderazgo del pueblo, sabía que se gana o se pierde una batalla, no por la fortaleza y habilidad del pueblo, ni por el número o fortaleza del enemigo, sino por la relación que el pueblo tenga con Dios, por el comportamiento que el pueblo manifieste ante Dios. De allí que la pregunta correcta no es enfocada en elementos de número ni de estrategias o armamento, sino que es enfocada en buscar por qué se ha perdido el aval de Dios.

Veo una gran diferencia con la actitud que se expresa en nuestros días. Los líderes actuales enseñan al pueblo que el enemigo tiene poder, que el enemigo está batallando y oponiéndose a los intentos de la Iglesia; que el enemigo controla las esferas de gobierno, que el enemigo está enojado y lanzando sus ataques a los santos porque éstos están haciendo algo bueno. Etc.

En otras palabras, la actitud de los líderes y el mensaje enseñado al pueblo se puede resumir en que la iglesia está bien pero el enemigo es poderoso y está enojado por el adelanto de la iglesia y por eso está causando los estragos que está causando. La realidad es totalmente opuesta a ese razonamiento. El enemigo no tiene ningún poder ni podría controlar a las personas en eminencia, ni detener el adelanto de la Iglesia, si la Iglesia se volviera de predicar y escuchar fábulas y reconociese que por lo que no puede ganar la batalla es porque Dios no aprueba su actitud y comportamiento.

La batalla no es contra un enemigo externo, la batalla es contra el enemigo interno al que se nos ordena crucificar cada día, para humillarnos bajo la poderosa mano de Dios y que Él se digne levantarnos “…revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5:5-6)

Es hora de que el liderazgo se pregunte ¿Por qué Dios…? Y llegue a la única conclusión bíblica, “porque el liderazgo, y consecuentemente el pueblo, no está caminando de acuerdo a la verdad de Dios, sino que conforme a sus propios razonamientos e interpretaciones privadas de la palabra”.

Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos. Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que moraba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios”

Aquí veo ilustrada esa lucha entre el espíritu y la carne. En la porción anterior vimos que el liderazgo reconoce que fue Dios quien no les dio la victoria y los hirió; eso es un reconocimiento correcto y consecuentemente una apreciación del espíritu al ser iluminado por la verdad. Algo semejante como cuando Pedro dice que Jesús es el Cristo y Jesús le declara que fue una revelación de Dios.

De igual manera, hoy en día el espíritu experimenta hambre y sed de justicia; anhela la manifestación de Dios porque reconoce que no son las circunstancias ni ningún otro elemento humano el que tiene la situación actual como está, pues si Dios se dignase manifestarse, nada ni nadie le puede detener.

Pero entra la carne que se opone al espíritu y ésta da lugar a la astucia engañadora del enemigo. Ante la luz y revelación recibida, ante el hambre y sed experimentada, lo cual el enemigo no puede evitar, propone soluciones que satisfagan a la carne y consecuentemente esas serán las más aceptadas. Una de ellas y quizá la más común es la tendencia a enfocarse en la forma no en la esencia. En esta ocasión es evidenciada cuando el pueblo atribuye al Arca los méritos que pertenecen solo a Dios. Al tener el Arca que “REPRESENTA O SIMBOLIZA” la presencia de Dios, le dan el mismo valor que a Dios y esperan que su sola presencia haga la diferencia.

Lo mismo pasa hoy en día; Dios se manifiesta de diferentes maneras y a través de diferentes personas o elementos; pero la mayoría de creyentes, tanto en el liderazgo como en la membrecía se enfocan en las personas, los métodos o los elementos y asumen que reproduciendo éstos tendrán la misma manifestación de Dios. El Arca, aunque externamente era de oro y tenía un valor y una apariencia especial; aunque su diseño fue ordenado por Dios y su razón de ser era nada menos que manifestar la presencia de Dios, sin la presencia de Dios no difería de ningún otro ídolo.

Lo mismo pasa hoy en día. “Se mandan a traer” las formas, las señales, los programas y tristemente aún las personas a través de las cuales Dios ha decidido manifestarse en un tiempo, un espacio y en ciertas circunstancias; y se les atribuye a ellas los méritos de Dios y se espera de ellas que produzcan los mismos resultados. De esa manera se ha hecho de esos programas, métodos, señales y ciertas personas, otros ídolos.

Ante el hambre y sed que el espíritu tiene, en lugar de darle a beber la leche espiritual no adulterada; en lugar de dar de comer la palabra de Dios como claramente establece la Biblia al decir que no solo de pan vivirá el hombre, se le da comida chatarra que sabe bien al paladar, es conveniente y rápida, además se acomoda a los gustos, tiempos y preferencias de los clientes; y de esa manera se engaña a sí mismo.

La iglesia hoy en día es experta en reproducir la forma y apariencia de éxito, prosperidad, manifestaciones espirituales, señales y prodigios, programas de crecimiento numérico, etc. pero ¿Dónde está la manifestación de personas de carácter justo, que su sí sea sí, que valoren más el buen nombre o testimonio que las riquezas? ¿Dónde están las familias en que los padres ejemplifiquen el instruir a los hijos en el camino de Dios y los hijos honren a sus padres?

La gran mayoría de líderes y consecuentemente sus seguidores, ignoran las doctrinas básicas del cristianismo, pero son excelentes motivadores. Eso se ilustra en la próxima porción del texto de nuestra consideración.

“Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló. Cuando los filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es esta en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca de Jehová había sido traída al campamento. Y los filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campamento. Y dijeron: !!Ay de nosotros! pues antes de ahora no fue así. !Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto”

¡Que tremenda ilustración de la carencia de conocimiento acerca de Dios! No solo falta de conocimiento, sino que arrogancia de parte del pueblo. Como expresado en la meditación anterior, el arca no es lo mismo que la presencia de Dios; y sin ella, el arca no es más que otro ídolo que el pueblo antepone a la palabra de Dios.

Lo mismo hicieron con la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto, la conservaron y le quemaban incienso. Consideremos el impacto motivacional que la llegada del arca y los sacerdotes que la llevaban causó en el pueblo. ¡Hasta tembló la tierra! Y notemos que no fue Dios quien la hizo temblar, no fue la presencia ni la manifestación del poder de Dios, ¡fue la emoción y motivación humana la que lo hizo!

Los filisteos representan a los inconversos y su reacción demuestra también que entienden exactamente lo mismo que el pueblo de Dios, que son los elementos, los instrumentos, las apariencias lo que constituye la presencia y manifestación de Dios; pero de ellos es normal que así sea, son ciegos y no pueden ver; pero que el pueblo de Dios tenga la misma opinión y entendimiento es una tremenda evidencia de la ignorancia que en él hay y de que sigue aferrado a su religiosidad.

Los gritos y manifestaciones de júbilo no cambian nada. El pueblo está convencido que ahora ya tiene la victoria, pero al salir a la guerra, sin importar su creencia, su entusiasmo, ni nada, cae derrotado. Lo mismo sigue pasando en el ámbito espiritual pero debido a que las repercusiones no son obvias o visibles inmediatamente, el pueblo cristiano no aprende su lección. Van a reuniones, retiros y eventos de los que salen emocionados, motivados, inspirados, etc. pero eso no garantiza ni cambia nada con relación a sus verdaderas batallas, problemas, actitudes y demás cosas que deben cambiar. Al salir a la batalla se evidencia que Dios no está en ella y pierden.

AHORA BIEN, como las batallas actuales son en valores y principios, en cuestión de carácter y ética, el enemigo no tiene que herir y matar física y literalmente; lo que es más, puede ganar la batalla dando la apariencia de que el pueblo gana, dando abundancia, mejores cosas, puestos, fama, etc. porque el punto no es la destrucción física del pueblo de Dios; eso nunca lo ha podido hacer ni lo hará; el punto es la destrucción ética, moral, espiritual. En otras palabras que la sal pierda su sabor y no sirva para nada, y que la luz sea escondida y no brille en donde cuenta, en donde está la oscuridad.

Por lo tanto, el pueblo de Dios tiene sus retiros, reuniones y todo lo demás mencionado antes, sale emocionado dando gritos de júbilo y afronta la batalla. Unos reciben sanidad, otros promociones en sus empleos, otros hacen negocios que les dan una gran ganancia, etc. pero no hay cambio en su sentido de valores, su ética sigue circunstancial, su relación familiar no refleja los principios de vida que la Biblia pone como fundamento, como requisitos MINIMOS de aquellos que pretendan SERVIR A DIOS; su carácter no es transformado. ¿Quién ganó la batalla? Y esa clase de derrota en lo espiritual es como una derrota ante armas nucleares en lo material, pues estas matan al impacto pero sus efectos destructivos continúan por largo tiempo y expandiéndose por mucho más tiempo y más lejos de donde fue el impacto original. Esa pérdida de valores, de principios y falta de carácter cristiano, extiende sus radiaciones destructivas por generaciones y se exporta como parte del cristianismo.

Por eso no importa que ciertos líderes pierdan su relación matrimonial, o que tengan hijos en desorden, etc. pero siguen ministrando las apariencias, siguen llevando el arca, pero no la presencia de Dios y siguen perdiendo la batalla ante el enemigo sin importar todos los gritos de júbilo y toda la emotividad que sus manifestaciones produzcan. Pero mientras la tierra tiemble, ¿Qué importa?

1 Samuel 4:1-11. “Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y pelead. Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie.”

Notemos el contraste. El pueblo asume que son el pueblo escogido de Dios, algo especial, y que el arca les dará la victoria. Mientras que los filisteos se reconocen ser meros hombres y se esfuerzan como tales. Insisto, la ignorancia de doctrinas básicas que han sido cambiadas por las fábulas y pláticas motivacionales, han producido una clase de creyente místico, auto engañado que asume que puede declarar, decretar y recibir todas las promesas de Dios sin importar su conducta de vida, su carácter y su integridad. Es una clase de creyente que se auto engaña con que no hay que hacer nada pues al fin y al cabo “no es por obras para que nadie se gloríe”

La gran mayoría del cristianismo profesante de nuestros días se encuentra como la iglesia de Laodicea, “Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas” (Apocalipsis 3:17-18)

El fuego habla de purificar, de quemar las apariencias, lo externo y preservar la esencia. Obviamente, el aspecto aparente y externo de la manifestación de riqueza, es igual para el creyente que para el inconverso; quiero decir que son los mismos elementos los que se constituyen riqueza. Las propiedades son construidas con los mismos materiales, la ropa es hecha de las mismas telas, el dinero del creyente es exactamente igual que el del no creyente, los vehículos son fabricados por los mismos empleados en las mismas compañías, etc.

Entonces ¿Qué hace la diferencia? ¿Qué es lo que hay que quemar? Bueno, también es obvio que no se puede quemar nada de esos elementos constituidos riqueza porque no resisten el fuego; y eso nos da la pauta que lo que constituye riqueza verdadera no son los elementos en sí, pues son temporales y perecederos, sino que la verdadera riqueza la constituyen elementos que trascienden y no son perecederos.

La Biblia nos da principios para entender esto. Por ejemplo, nos dice “Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Marcos 10:23-24) Entonces ¿qué hay que quemar?

Haga algo que la gran mayoría del cristianismo profesante no hace: “medite las escrituras”; por ejemplo, ¿Cómo se evidencia en donde está nuestra confianza? Y no se auto engañe con declaraciones positivas, ni con declaraciones de que confía en Dios. La pregunta es cómo se evidencia.

Jesús nos enseña que el árbol se conoce por su fruto. ¿Cuál es el fruto de alguien que confía en las riquezas y cual el del que no? Jesús dice que busquemos primeramente el reino y su justicia y que al hacerlo así, las cosas básicas y necesarias nos serán añadidas. ¿Cómo se busca el reino y su justicia?

Con relación a las vestiduras blancas, eso habla de carácter, santidad de vida, obras justas de los santos; y el colirio obviamente señala que hay que quitar un velo, una capa que solo permite ver sombras, rasgos externos generales pero carentes de precisión y detalle. Acaso no dice la Biblia que el Señor mismo advierte “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14)

Respóndase usted mismo, ¿El camino que sigue le requiere despojarse de actitudes, hábitos y demás cosas de carácter interno, o sea “negarse a sí mismo”? o ¿le muestra que usted es más que vencedor, que todo lo que pida lo recibe si lo pide con fe, que es llamado a prosperar, a ser cabeza y no cola, etc.?

1 Samuel 4:1-11 “Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees”

Los hijos de Elí pasaron bastante tiempo aprovechándose de su puesto, tomando de las ofrendas de Dios para sus propios gustos, tomando ventaja de las mujeres, en fin, siendo la clase de personas a las que alude Pablo en 1Timoteo 8:5 “…hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales”

Pero también está escrito que Dios no puede ser burlado y que Su Espíritu no contenderá para siempre con el hombre. Llegó la hora de la verdad y se evidenció que los ministros con el Arca, eran cero a la izquierda sin la misericordia de Dios. Sin embargo, los filisteos se dieron cuenta de que aún la sola manifestación del arca fue suficiente para motivar al pueblo, para gritar jubilosamente y para hacer temblar la tierra; así que decidieron tomar el arca.

“Y el arca de Dios fue tomada” Ya hace mucho tiempo que los filisteos tienen el arca; me refiero a que se hace gran abuso (no uso) de la palabra de Dios y de conceptos cristianos para seducir a los ingenuos y a los desobedientes. Contrario a la manifestación material, natural, los filisteos actuales no están confinados a una región; están mezclados entre el pueblo y en sus iglesias.

Por ejemplo, no es de extrañar que los “filisteos” en sus campañas electorales mencionen la Biblia y usen frases, anécdotas y demás fraseología “cristiana”, pues la misma Biblia nos demuestra como el diablo mismo la usa; lo triste del caso es la ignorancia de la gran mayoría pueblo cristiano al ser seducidos por tales manifestaciones, pues tan solo evidencian que no han sido transformados por la palabra de Dios sino que tan solo cambiaron de forma de religión.

No es de extrañar que los filisteos, personas corruptas, se hagan pasar por ministros para manipular a la gente, pues está escrito que el diablo se disfraza como ángel de luz; lo triste del caso es que la congregación no pueda, como los de Berea, darse cuenta de que lo que le enseñan no es así. Y peor aún, que haya personas que habiendo comenzado bien, se hayan dejado cegar por las apariencias, por la vanagloria de la vida (fama, poder), por el engaño de las riquezas y ahora son sacerdotes como Elí “y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver” Es triste como hay carencia de doctrina sana, de doctrina fundamental y en su lugar abundan estrategias empresariales (filisteas); platicas motivacionales y tanta otra imitación de la verdad Bíblica; y estos que alguna vez vieron ahora sus ojos están oscurecidos.

Consecuentemente, han producido hijos, seguidores, como los de Eli 1Samuel 2:12,17, 27-30; 3:12-13 “Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová…Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes… Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo… ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco… Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”

Los hijos aparentemente prosperaron y se engordaron; de igual manera los ministerios hoy en día aparentemente prosperan y se engordan, tal como la iglesia de Laodisea. Y una característica de estos ministerios es citar las promesas: “Dios lo dijo”, pero debido a la falta de doctrina fundamental, especialmente la de la soberanía de Dios, pretenden que pueden poner a Dios entre la pared y la espada “decretando, proclamando y declarando” a su antojo, la palabra de Dios.

Por eso es necesario que escuchen lo que el mismo Dios dice de una decisión Suya y que APARENTEMENTE la está cambiando; enfatizo lo de aparentemente, pues no es así en verdad sino que las condiciones del cumplimiento de Su palabra incluyen el elemento de justicia y juicio; cuando éste es violado, la promesa no se cumple. Así que escuchen en su espíritu esas palabras de Dios. “Yo había dicho … mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco… porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”

Es en esa condición en la que estamos y es necesario que oigamos que los hijos que están naciendo bajo estas enseñanzas y actitudes, se les llama “Icabod”. 1 Samuel 4:21“Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios.” Icabod significa “no hay gloria, sin gloria”. Pero una vez más, como mencioné al aludir a que se está perdiendo la batalla pero que la mayoría del cristianismo nominal no lo cree porque están “ganando en lo material y temporal”, de igual manera, al decirles Icabod, no hay gloria; ellos dicen ¿Cómo que no? Tenemos tremendas manifestaciones de gloria; y es cierto, la tierra sigue temblando ante sus manifestaciones, pero como no compran el colirio que les ofrece Dios, no pueden ver la realidad: ¡no hay gloria de Dios!, tan solo abunda la gloria de hombres.

“Y llamó al niño Icabod, diciendo ¡Traspasada es la gloria de Israel! por haber sido tomada el arca de Dios…” (1 Samuel 4:21)

El diccionario Strong da esta definición de la palabra que se traduce traspasada: “desnudar (espec. en sentido deshonroso); por implicación desterrados (cautivos que usualmente se les desnuda); … trasladar, traspasar…”

En otras palabras, así como a los cautivos se les desnudaba para avergonzarlos despojándolos de su dignidad, el hecho de que el arca fuese trasladada o traspasada a los captores, era una vergüenza, la más grande humillación, PERO NO PARA DIOS. Al seguir la lectura se ve como Dios humilla a los dioses filisteos y avergüenza a los que osaron capturar el arca y que estos tiene que rogarle que los perdone y que se regrese a la tierra de los hebreos.

La vergüenza, la humillación es para los que invocamos el nombre de Dios, porque se ha puesto en evidencia lo vació de las confesiones de victoria, la hipocresía de llamar a Jesús Señor pero no hacer lo que Él manda, y tantas otras cosas que evidencian que en cuanto a principios, carácter y valores, no hay ninguna diferencia entre los “filisteos” y “el pueblo de Dios”.

Ahora consideremos, ¿en dónde está la gloria que se proclama cuando la corrupción corre abiertamente en la ciudad, cuando pastores mismos son los principales lavadores de dinero de drogas, cuando los cristianos no cumplen su palabra, cuando los valores éticos y morales son ignorados a cambio de dones, carisma, títulos y dinero, cuando los candidatos para dirigir la nación, en su mayoría carecen de valores éticos y morales, cuando el pueblo, incluyendo la gran mayoría de los que se proclaman cristianos, está dispuesto a votar por ellos a cambio de prebendas?

Y el señalamiento no es a ellos (los filisteos) sino a los que nos suponemos ser la luz y la sal. La Iglesia prefiere decir que es batalla espiritual, que el fin se acerca y el anticristo está a punto de manifestarse, que viene la gran tribulación, etc. pero la palabra de Dios sigue diciendo que es el pueblo de Dios el que debe arrepentirse y que entonces Dios obrará; la palabra de Dios sigue diciendo que la luz en las tinieblas resplandece y las tinieblas no la pueden apagar. La gran diferencia es que al pasarle la culpa al diablo, el pueblo se presenta como la víctima; pero al poner la responsabilidad donde la Biblia la pone, en el pueblo que invoca Su nombre, entonces la culpa es nuestra.

Consecuentemente, así como a la hora de la guerra, todo el griterío y júbilo del pueblo no sirvió para nada y fueron muertos en batalla, no es de sorprender que se sigan perdiendo batallas contra la inmoralidad rampante en el liderazgo, tanto político, eclesiástico, familiar como empresarial; no es de sorprender que la familia ya no sea el fundamento y núcleo de la sociedad; no es de sorprender que ya no haya respeto en las familias y consecuentemente, mucho menos fuera de ellas a los mayores, a la mujer, a los maestros etc.

Nos conviene recordar lo que dice Pedro “…Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios…Y: Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien” (1 Peter 4:15-19)

Dios nunca se deja sin testimonio, por lo tanto en medio de esa situación de derrota, de falta de gloria y de esclavitud, levantó a Samuel. 1Samuel 7:3-4, “Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos. Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová”.

Lamentablemente, en nuestro caso no somos un pueblo que oye a una sola voz, sino que hay una gran cantidad de voces pretendiendo dar dirección, con interpretaciones privadas de la Palabra. Pero también es cierto que el único que conoce a los que son de Su pueblo, es el Señor; consecuentemente, sin importar lo que digan todas las diferentes voces, cualquiera que tenga en su corazón el deseo de volverse a Dios podrá escudriñar las escrituras y encontrar en ellas la verdad; cualquiera que esté dispuesto a despojarse de sus ídolos, todo aquello que se interponga entre su obediencia a los principios y verdades absolutas de la palabra de Dios, y disponga su corazón para obedecer, recibirá luz del Señor para guiarle en camino de justicia.

Pero quienes sigan evadiendo responsabilidad personal, prefiriendo seguir las fábulas que se predican hoy en día, podrán seguir sus gritos de júbilo, pero a la hora de la guerra no prevalecerán.

1 Samuel 7:3-4, 12-13 “Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos. Entonces los hijos de Israel quitaron a los baales y a Astarot, y sirvieron sólo a Jehová… Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel… y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.”

Lleguemos a una conclusión a nuestro tema. Y que mejor forma que contrastar el principio con el fin. Al principio se nos presento que aunque el liderazgo fue iluminado para reconocer que no ganaban la batalla porque estaban mal ante Dios, de todos modos pesó más su orgullo y su carne y no se humillaron ante Dios.

Contrario a la amonestación bíblica de Proverbios 3:5 “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia”, prefirieron batallar con sus estrategias motivacionales, siguiendo la forma, las señales, la religiosidad y consecuentemente cuando atacó el enemigo, perdieron la batalla.

Ahora vemos que Dios en Su misericordia y fidelidad, puesto que el sacerdocio del pueblo ha perdido la vista y ha criado seguidores que no conocen a Jehová, sino que se engordan con las ofrendas que son de Dios, Él mismo levanta a alguien que sí proclame la palabra de Dios y le haga ver al pueblo porque no pueden ganar la batalla.

Un amigo y hermano, Carlos Morales, me envió un comentario muy sabio y considero apropiado incluirlo aquí: “… no dejar envejecer nuestro sacerdocio, basado en la vida de Eli… enseñó a Samuel a ocuparse y trabajar en las cosas del templo, pero no le enseñó a escuchar la voz de Dios, pues cuando Dios le llamo el estaba durmiendo donde estaba el arca, lo cual hemos aprendido que representa la presencia del Señor, y de Eli dice que ya no podía ver (digamos ya no tenia visión de Dios para el pueblo) y ya no escuchaba tampoco de Dios, …una persona puede dejar que su sacerdocio envejezca, no por edad física, sino por descuidar la relación con el Señor en la oración y la palabra”

Me llamó grandemente la atención esa parte de “enseñó a Samuel a ocuparse y trabajar en las cosas del templo, pero no le enseñó a escuchar la voz de Dios”. Por eso es que sus hijos sabían todo el teje y maneje de la forma ritual de alabar a Dios, de ministrar al pueblo, etc. PERO no conocían a Jehová.

Y eso es lo que el cristianismo profesante hace en nuestros días; tienen programas, cursos, seminarios, retiros, encuentros, células, etc. para reproducir “hijos”, seguidores que aprendan la forma, la fraseología y los métodos de “ministrar al pueblo”, pero no saben oír la voz de Dios, no conocen ni la doctrina básica fundamental; y cómo la van a saber si Elí ya no ve, no oye a Dios, pues está tan ocupado con tanto activismo, tanto programa, tanta fábula, que no tiene tiempo para escudriñarse a sí mismo, mucho menos para enseñar carácter, valores ético morales y principios.

Pero ahora notemos el contraste con el final “Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel… y no volvieron más a entrar en el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel.”

¿Se recuerda del inicio? El pueblo gritó, la tierra tembló, pero Dios no estaba allí y perdieron la batalla. Ahora el pueblo se vuelve a Dios, ofrecen sacrifico a Dios, le reconocen y se humillan ante Él.

No hay arca del pacto, no hay grito de júbilo, no hay temblor de tierra y el enemigo viene contra ellos. Pero ahora las cosas son diferentes porque el líder si oye la voz de Dios, si ve la diferencia entre las señales y la presencia de Dios; por lo cual en lugar de ver al enemigo externo, en lugar de buscar programas o estrategias para motivar al pueblo, se enfoca en el enemigo interno, la carne; y en lugar de motivar al pueblo a gritar, le da el ejemplo en humillarse y dar atención, honra y pleitesía al único que lo merece. El líder con visión, el líder que escucha Dios, reconoce quien es su enemigo y batalla contra la carne. Al ganar esa batalla, Dios pone Su temor sobre el enemigo externo y lo derrota.

Quizá no podamos cambiar la nación, no podamos afectar las campañas políticas, no podamos combatir el narco tráfico y la corrupción, pero Dios no nos pide que hagamos lo que no podemos. Lo que sí podemos es caminar en obediencia a lo que sí está a nuestro alcance, nuestro comportamiento personal y nuestra familia. No perdamos de vista lo importante y valioso a los ojos de Dios por el engaño de lo superficial y temporal.

Escuchemos el grito de “Icabod”, volvámonos de nuestros malos caminos aceptando responsabilidad personal por el estado de nuestras familias, la actitud y comportamiento de nuestros hijos, para que Dios pueda tener misericordia de nosotros y cambiar “icabod” por lo que decía Moisés “Cuando el arca se movía, Moisés decía: Levántate, oh Jehová, y sean dispersados tus enemigos, y huyan de tu presencia los que te aborrecen. Y cuando ella se detenía, decía: Vuelve, oh Jehová, a los millares de millares de Israel” (Números 10:35-36)

Una advertencia final “y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de Samuel”. La Biblia narra que al morir el líder levantado por Dios, el pueblo volvía a la idolatría. La única forma que eso va a cambiar es que cada uno aceptemos que es nuestra responsabilidad individual conocer la palabra de Dios, para tener base de escudriñarlo todo y retener lo bueno; solo así sabremos cuando lo que se nos enseña es palabra de Dios o es una fábula; es alimento para el espíritu o motivación emocional; es la presencia de Dios o el arca vacía; es grito de júbilo de la carne o de un corazón agradecido; es leche espiritual, doctrina básica bíblica o programas “traídos” de forma sin poder; es temblor de tierra (señales y prodigios) producidos por la motivación humana o es la gloria de Dios.

Por. Carlos Velásquez

Leave a Reply

ankara escort çankaya escort çankaya escort escort bayan çankaya istanbul rus escort eryaman escort ankara escort kızılay escort istanbul escort ankara escort ankara escort escort ankara istanbul rus Escort atasehir Escort beylikduzu Escort Ankara Escort malatya Escort kuşadası Escort gaziantep Escort izmir Escort